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viernes, octubre 3, 2025

La muerte de Osmar Matías desnuda la crisis de las inundaciones en Culiacán

Culiacán

Culiacán, Sinaloa.- El reciente deceso de Osmar Matías, un niño de 9 años arrastrado por la corriente en un arroyo del sector Cañadas, ha transformado el debate sobre las inundaciones recurrentes de Culiacán.

Ya no se trata solo de calles colapsadas y pérdidas materiales, sino de una histórica falla sistémica en la protección civil que costó una vida.

Esta tragedia es la evidencia más cruda de que la «Tormenta Perfecta» de concreto, basura y mala planeación que asola la capital sinaloense es, en esencia, una crisis de gobernanza y seguridad.

Cada temporada de lluvias, la escena es la misma en la capital sinaloense: el agua se apodera de las calles, paralizando la ciudad y convirtiendo avenidas en ríos.

Más allá de la intensidad de un huracán o una tormenta tropical, la inundación recurrente de Culiacán no es un accidente meteorológico, sino la manifestación de un riesgo que la propia ciudad ha construido.

Un análisis profundo revela que la vulnerabilidad de Culiacán es un problema sistémico donde convergen tres factores críticos: la geografía, el crecimiento urbano desordenado y una crónica falta de infraestructura y gobernanza.

La trampa geográfica: una ciudad nacida en la planicie de inundación

Culiacán es conocida como la «Ciudad de los Tres Ríos» por su ubicación estratégica en la confluencia de los ríos Humaya y Tamazula, que dan origen al Río Culiacán. Si bien esta configuración fluvial es la fuente de la vida de la ciudad, también la sitúa en una planicie de inundación natural.

Sin embargo, el verdadero talón de Aquiles de Culiacán no son solo los grandes ríos, sino la red hídrica secundaria: los arroyos y canales menores. El Instituto Municipal de Planeación Urbana (IMPLAN) ha identificado que las zonas de mayor afectación no solo se deben a la inundación general, sino crucialmente al desbordamiento de estos arroyos.

Cuando llueve copiosamente, la ciudad se ahoga a nivel de barrio porque sus drenes y cauces menores han sido sobrepasados o bloqueados.

El urbanismo contra la naturaleza: el concreto y la invasión de cauces

El desarrollo urbano desmedido implica pavimentación y construcción, lo que crea superficies impermeables. Esto significa que el agua de lluvia no se filtra naturalmente en la tierra, sino que se acelera y se convierte en escorrentía superficial masiva.

Este volumen de agua, mucho más rápido y grande de lo normal, satura inmediatamente el drenaje pluvial existente, obligando al agua a correr por las calles.

Un factor agravante es que, después de periodos prolongados de sequía, el suelo compactado pierde aún más su capacidad natural de infiltración, lo que empeora las escorrentías cuando finalmente llegan las lluvias.

Construir donde no se debe

La expansión de la mancha urbana ha permitido que las personas construyan justo sobre los márgenes o, peor aún, directamente en el lecho de arroyos naturales. Esto es un bloqueo físico del flujo.

Un ejemplo claro es el operativo que se ha realizado para retirar viviendas en colonias como la Miguel Hidalgo, donde dos casas habían sido construidas de manera irregular sobre el cauce de un arroyo.

Esta invasión directa obstruyó el afluente, provocando inundaciones severas en el sector. Este tipo de situaciones evidencian una falla regulatoria grave: no se vigilan ni protegen los cauces, permitiendo que la población, a menudo la más vulnerable, se asiente en zonas de alto riesgo de pérdida de bienes y vidas.

La falla de la infraestructura: el plan faltante y el tapón de basura

La causa más inmediata de la inundación es la incapacidad de la infraestructura para manejar el caudal. Esto se debe a dos grandes problemas:

El Plan Maestro de Drenaje Pluvial (PMDP) pendiente

Especialistas han declarado de forma crítica la urgencia de elaborar e implementar un Plan Maestro de Drenaje Pluvial (PMDP). Este plan es el «mapa» que define la capacidad necesaria de la red, identifica los puntos de falla y proyecta las obras hidráulicas mayores.

De hecho, ya existen diagnósticos técnicos con alternativas y costos específicos para resolver problemas crónicos, como el desbordamiento del Arroyo del Piojo y las inundaciones en el sector Infonavit. El problema, por lo tanto, no es de conocimiento técnico, sino de la falta de voluntad política o la insuficiencia de financiamiento para ejecutar las soluciones de ingeniería ya propuestas.

La basura: el detonante operativo

La falta de capacidad de la infraestructura se vuelve catastróficamente peor por un factor netamente humano: la basura. La acumulación de residuos, escombros y sedimentos reduce drásticamente el espacio por donde debe correr el agua, transformando los canales en tapones masivos.

La magnitud de este problema es tal que no solo inunda las calles, sino que paraliza servicios esenciales. Las fuertes lluvias han arrastrado tal cantidad de residuos que ha llegado a taponar las obras de toma de las plantas potabilizadoras Juan de Dios Bátiz y Country, operadas por JAPAC, dejando a decenas de colonias sin servicio de agua potable o con baja presión.

Aunque las autoridades realicen labores de limpieza, la ciudadanía sigue arrojando desechos, un acto que hoy se considera una falta administrativa grave.

¡Basta de exhortos! La exigencia es de soluciones.

La muerte de Osmar Matías en el sector Cañadas, un punto reconocido como altamente vulnerable, es la línea que Culiacán no debió cruzar. La vida de un menor no puede ser reducida a una estadística ni a un simple «exhorto a la población para extremar precauciones».

La responsabilidad de proteger a los ciudadanos recae en las autoridades, no en las víctimas.

A las autoridades federales, estatales y municipales se les exige dejar de lado la retórica y las dilaciones, y actuar con la urgencia que la seguridad pública demanda:

FINANCIAMIENTO INMEDIATO DEL PMDP: Se requiere la coordinación de los tres niveles de gobierno para asignar de inmediato el presupuesto necesario para la elaboración y, crucialmente, la ejecución del Plan Maestro de Drenaje Pluvial. Los proyectos para puntos críticos como el Arroyo del Piojo ya existen, solo necesitan la orden de ser construidos.

ATLAS DE RIESGOS VINCULANTE Y ACTIVO: El Atlas de Riesgos hídricos debe actualizarse de inmediato para incluir todos los puntos ciegos de la red de arroyos menores. Lo más importante: este Atlas debe dejar de ser un documento de escritorio y convertirse en una ley de zonificación obligatoria que prohíba de forma estricta la construcción en áreas de alto peligro de arrastre e inundación.

TOLERANCIA CERO A LA INVASIÓN Y LA BASURA: Las autoridades municipales deben aplicar rigurosamente las sanciones por arrojar basura en cauces y realizar operativos de vigilancia territorial permanentes. La obstrucción de los arroyos no es un acto cívico, es un acto criminal que compromete la vida de miles y que, como ha quedado demostrado en Cañadas, puede ser letal.

La vida del niño Osmar Matías debe ser el punto de inflexión. La prevención del desastre es una obligación del Estado. No hay excusa técnica, política ni presupuestal que justifique una muerte evitable. Culiacán exige, y merece, seguridad hídrica.

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