Cupertino, California. Apple incorporó el iPhone 11 Pro Max y todas las variantes del Apple Watch Series 3 a su lista de productos «vintage», etapa que marca el inicio del final del soporte oficial para estos dispositivos.
La política de la compañía californiana clasifica como vintage a cualquier producto tras cinco años de haber dejado de venderse, y otros cinco años después puede pasar a «obsoleto», momento en el que Apple cesa por completo el servicio de reparación y el suministro de piezas originales.
La actualización incluye todas las versiones del Series 3 (aluminio de 38 y 42 mm, acero, edición de cerámica, Nike y Hermès) junto con el iPhone 11 Pro Max, aunque curiosamente el iPhone 11 Pro de 5.8 pulgadas no aparece en el listado.

Esta clasificación no implica que los dispositivos dejen de funcionar de inmediato, pero sí complica las reparaciones a mediano plazo, ya que la disponibilidad de piezas dependerá exclusivamente del stock existente. La inclusión del modelo Max antes que el Pro estándar sugiere que hay más usuarios con los modelos regulares.
La recomendación para los propietarios de estos equipos resulta sencilla: pueden continuar usándolos mientras funcionen, aunque deben considerar que con el tiempo las reparaciones con recambios originales se volverán más difíciles y costosas.
Esta decisión también revela información sobre futuras actualizaciones de software, pues confirma que iOS 27 no llegará a los iPhone 11, ya que Apple no contempla extender el soporte de dispositivos sin piezas de recambio disponibles.
Los usuarios que planean adquirir un modelo económico de segunda mano deben tomar nota: el iPhone 12 será el siguiente en esta lista, por lo que para 2026 la única opción viable de buena adquisición podría limitarse a los iPhone 13 en adelante.
Quienes poseen un iPhone 11 Pro Max con algún desperfecto deberían acudir inmediatamente a repararlo, mientras aún existan repuestos oficiales, pues pronto será imposible garantizar incluso componentes básicos como pantallas nuevas.
Esta política de Apple, aunque considerada generosa en comparación con otros fabricantes respecto a la vida útil de sus productos, plantea interrogantes sobre si la compañía debería garantizar más años de soporte.
La transición gradual hacia la obsolescencia programada obliga a los usuarios a evaluar si prefieren exprimir al máximo sus dispositivos o actualizarse antes de enfrentar problemas de reparación con equipos que, por lo demás, continúan funcionando correctamente.