Guasave, Sinaloa.- El sol apenas comenzaba a iluminar la mañana de este miércoles 5 de noviembre cuando las primeras unidades del Ejército Mexicano cruzaron el umbral de Guasave, sus motores rugiendo en la quietud del amanecer.
Por tercer día consecutivo, las fuerzas castrenses tomaban posición en las calles de la ciudad y en los rincones más remotos del municipio, como parte de un despliegue federal que sigue al sangriento enfrentamiento de La Brecha, donde 13 sicarios perdieron la vida.
Los ecos de ese combate a muerte aún resuenan en la memoria colectiva, mientras las tropas continúan su búsqueda en las zonas rurales y urbanas de Bamoa, Gambino, la colonia Ejidal y el sector Colón, que ahora figuran en las investigaciones como puntos calientes de la violencia organizada.

Con el sol ya alto, las patrullas del ejército se desplazaron entre las comunidades de la periferia, recorriendo las polvorientas calles de la zona rural sin imponer bloqueos ni cierres, pero con una presencia que no pasaba desapercibida.
Tres unidades tipo pickup, blindadas y dispuestas para la acción, surcaron el territorio con una misión clara: desmantelar las redes que operan en las sombras. A pesar de su sigilosa vigilancia, la calma del pueblo se vio interrumpida por la constante movilidad de los vehículos, que cruzaban sin descanso las fronteras entre la zona urbana y la rural.

Los militares, que desde temprano habían ingresado a Guasave, se dirigieron a viviendas previamente marcadas por su historia delictiva.
En una de ellas, la colonia Ejidal, se desató una segunda revisión de un inmueble que había sido asegurado meses atrás durante un megaoperativo de la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (FEMDO).
En aquella intervención, hace más de tres meses, se incautaron más de dos millones y medio de pesos en efectivo, joyas de alto valor y miles de cartuchos útiles, presuntamente ligados a Fausto Isidro Flores Meza, conocido como «El Chapo Isidro».
El sello de aseguramiento, ahora violado, justificaba el regreso de los soldados: la guerra contra el crimen organizado no perdona, y cada resquicio debe ser inspeccionado. Esta “segunda revisión” era tanto una respuesta a la impunidad como una amenaza a aquellos que desafían la ley.
El Ejército Mexicano siguió su curso. En el pueblo de Bamoa, al mediodía, un estruendo de motores rompió la quietud de la Casa Ejidal, una edificación en la ribera del río Sinaloa.
Al menos cuatro unidades militares irrumpieron en la tranquilidad de la comunidad. Los soldados ingresaron con la precisión de un reloj, inspeccionaron documentos y recabaron información relacionada con las investigaciones federales en curso, sin que se registraran detenciones ni aseguramientos visibles.

Estos operativos, que parecían prolongarse sin fin, continuaban siendo la respuesta al enfrentamiento que ocurrió en La Brecha.
El choque armado entre un convoy de Fuerzas Especiales Avendaño (FEA) y fuerzas federales dejó tras de sí un saldo de 13 muertos, cuatro detenidos y nueve liberados. Los ecos del tiroteo no solo marcaron la jornada, sino que trajeron consigo una serie de investigaciones en curso, cuyos detalles aún están por revelarse.
La Secretaría de la Defensa Nacional y la Fiscalía General de la República aún no han ofrecido detalles oficiales sobre los cateos, pero fuentes dentro de las fuerzas federales confirmaron que los operativos seguirán durante los próximos días, desmantelando una red que sigue operando, desafiando a las fuerzas del orden.
La presencia militar no ha pasado desapercibida entre los habitantes de Guasave, quienes ahora observan, con una mezcla de temor y curiosidad, el desfile de vehículos blindados que patrullan las carreteras rurales.
El miedo a un nuevo enfrentamiento, como el de La Brecha, se mantiene latente, pero por ahora, la ciudad permanece en silencio, sin reportes de nuevos incidentes, mientras el ejército sigue su curso en una guerra silenciosa, pero implacable, contra el crimen.





