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viernes, octubre 3, 2025

El “infierno” del Pediátrico: un hospital de última generación que se derrite

Culiacán

Desde lejos, el nuevo edificio de ampliación del Hospital Pediátrico de Sinaloa (HPS) es un bloque de colores vibrantes que prometió modernidad. Pero bajo el sol inclemente de Culiacán, donde las temperaturas alcanzan los 40 grados centígrados, esa fachada se convierte en una metáfora dolorosa. El calor extremo es tal, que el logotipo del recinto parece derretirse, simbolizando el colapso de un proyecto de salud de vanguardia que costó más de 709 millones de pesos.

A dos años de su inauguración parcial, el Pediátrico no es un hospital funcional, sino un cúmulo de deficiencias estructurales y operativas que pone en riesgo a pacientes, familiares y al personal médico. La tragedia de esta inversión es que, a pesar de la infraestructura, los menores hospitalizados son expuestos a condiciones de vulnerabilidad inaceptables.

La magnitud de esta crisis quedó en evidencia cuando, en su visita de julio, la presidenta Claudia Sheinbaum inauguró los quirófanos, mientras que los trabajadores lamentaban que la mandataria no atendiera las deficiencias básicas que padecen a diario.

Esta crisis no deriva de una simple avería o una problemática aislada; es el resultado de un fracaso sistémico que compromete la vida de los pacientes pediátricos más vulnerables y exige una auditoría inmediata sobre el destino de los cientos de millones de pesos invertidos.

La catástrofe de climatización: un riesgo sanitario constante

La falla del aire acondicionado es la queja más visible, y en una ciudad como Culiacán, donde las temperaturas alcanzan los 40 grados centígrados gran parte del año, esta carencia expone a los menores hospitalizados a condiciones vulnerables. La falta de climatización es crónica y generalizada:

Áreas críticas colapsadas: La climatización nunca ha funcionado de manera adecuada en áreas vitales como Urgencias, Hospitalización, Terapia Intensiva, Neonatología e Infectología.

Enfermeras y familias como único recurso: El personal ha denunciado que hay áreas como Terapia Intensiva donde el aire nunca ha funcionado, obligando a familiares a llevar abanicos o ventiladores portátiles para mitigar el calor a los niños, un servicio que debería estar garantizado por el hospital.

Aumento de Infecciones: El exceso de calor y humedad en las salas favorece la proliferación de virus y bacterias, incrementando peligrosamente el riesgo de infecciones nosocomiales.

Quirófanos inservibles: El colapso se concentra en el corazón de la atención de alta complejidad. De los nueve quirófanos instalados, solo uno cuenta con aire acondicionado en funcionamiento. Esto ha provocado que 8 de cada 9 salas quirúrgicas sean inservibles. Las temperaturas internas han llegado a 39 grados, provocando desmayos en el personal y obligando a sacar a los pacientes con el cuerpo ardiendo.

Suspensión de oncología: El área de Oncología también sufrió una ausencia prolongada del aire acondicionado, obligando a la dirección del hospital a suspender temporalmente los tratamientos de quimioterapia y a trasladar a los pequeños pacientes.

La dirección del hospital atribuyó las demoras en la reparación a que el sistema utiliza un tipo de aire acondicionado «muy especial» y las piezas de repuesto «no están disponibles en el estado», lo que pone en evidencia un fallo logístico grave en la planeación de la obra.

Deficiencias estructurales y una crisis de movilidad interna

El problema del nuevo Hospital Pediátrico de Sinaloa va más allá del aire acondicionado. La obra, a dos años de su inauguración, muestra deficiencias estructurales que comprometen la seguridad.

Desde las primeras lluvias, el edificio presentó fallas que apuntan a que los materiales utilizados no cumplen con los estándares hospitalarios.

Se han reportado desprendimientos de techo, muros cuarteados y colapsos parciales en diversas áreas, lo que genera filtraciones y daños constantes.

Las ventanas selladas y las rutas de evacuación limitadas son un peligro adicional que eleva el riesgo en caso de un incendio o cualquier otra emergencia que requiera un desalojo rápido de los pacientes y el personal.

La tragedia de los elevadores

La movilidad interna, esencial en un hospital de seis pisos, también está en crisis. De los dos elevadores destinados a pacientes, solo uno funciona desde hace más de un mes.

Esta falla obliga al personal médico y a los familiares a cargar a los menores por las escaleras para traslados hacia estudios o áreas de atención urgente. En una emergencia, la espera de hasta diez minutos por el único ascensor operativo representa un riesgo adicional y evitable para la vida de los pacientes.

El director del nosocomio, Carlos Mijaíl Suárez Arredondo, también ha referido percepciones de escasez de insumos, culpando a los proveedores por limitar productos debido a una presunta falta de recursos, lo que sugiere un déficit crónico en el presupuesto operativo que compromete aún más la calidad de la atención.

Señores, la negligencia mata

El personal ha levantado múltiples reportes ante las autoridades del hospital, pero la respuesta sigue siendo insuficiente. Advierten que cada fin de semana más de cien pacientes enfrentan las consecuencias de una infraestructura deficiente.

La vida de los niños de Sinaloa no puede seguir siendo rehén de la burocracia, la mala planeación y la falta de supervisión.

El Gobierno Estatal y Federal deben intervenir de forma inmediata y coordinada para garantizar condiciones dignas y seguras en el hospital más importante para la atención infantil en Sinaloa, trascendiendo las inauguraciones de protocolo y atendiendo las necesidades básicas de la infraestructura.

La crisis del Hospital Pediátrico de Sinaloa es sin duda un recordatorio doloroso de que la inversión sin supervisión y la inauguración política sin operatividad plena son, en última instancia, actos de negligencia que vulneran los derechos de los niños y arriesgan vidas inocentes.

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